P   r   a   t   h   y   a   h   a   r   a

La práctica conjunta de la postura y del control de la respiración produce una desensibilización progresiva que termina por cerrar los sentidos a los estímulos externos. Los yoguins pasan a vivir cada vez más en el ambiente interior de la mente. Cuando la consciencia queda efectivamente aislada del ambiente, ha llegado al estado de retiro de los sentidos, pratyahara. Los textos en sánscrito comparan ese proceso al movimiento de una tortuga que contrae las extremidades. El Mahabharata, con pertinencia, describe el retiro de los sentidos de la siguiente manera:

«El Sí Mismo no puede ser percibido por los sentidos, que, desunidos, se dispersan por aquí y por allá y son difíciles de ser contenidos por aquellos que en si mismos no están preparados.»

Cuando los sentidos son desactivados uno por uno, la mente generalmente se queda mucho activa. El desafío con se deparan los yoguins es lo de no sucumbir a las alucinaciones y tampoco al sueño, pero mantener la mente fija en el objeto de concentración.  

«El yoga es un sendero para la vida interna, y la práctica puede abrirnos puertas que no sabíamos que teníamos.»

— Swami Vivekananda