Niyamas

N   i   y   a   m   a   s

MahaYogaAsanaMontana

Las normas de diciplina moral (yamas) tienen la finalidad de poner freno al poderoso instinto de supervivencia y canalizarlo para servir a un propósito superior, regulando las interacciones sociales de los yoguis.

La segunda rama del camino óctuplo de Patanjali continua a controlar la energía psicofísica liberada por la práctica regular de la disciplina moral. Los elementos de autocontrol (niyama) dicen respecto a la vida interior de los yoguis. Mientras las 5 reglas de yama sirven para armonizar la relación de uno con los demás seres, las cinco reglas de niyama armonizan la relación de uno con la vida en general y con la Realidad transcendente.

Los 5 Niyamas

La purificación es una de las principales metáforas de la espiritualidad yogui. El sentido de pureza se distingue de externa e interna. La primera se realiza por medio de duchas y alimentación adecuada, al paso que la segunda es fruto de instrumentos como la concentración y la meditación. En último análisis, la personalidad en su aspecto más elevado, sattva, debe ser tan pura que pueda espejar sin distorsiones la luz del Si Mismo transcendente.

El contentamiento, samtosha, es una virtud exaltada por los sabios del mundo interior. Es una virtud diametralmente opuesta a la moderna mentalidad consumista, la cual es movida por la necesidad de adquirir para rellenar el vacío interior.

El contentamiento es una expresión de la renuncia, el sacrificio voluntario de las cosas que serán inevitablemente arrebatadas en el momento de la muerte. Se conecta de cerca con aquella actitud de indiferencia que hace con que los yoguis encaren con la misma frialdad un terrón de tierra y una pepita de oro. Eso permite que los yoguis deparen con el suceso y el fracaso, el placer y el dolor, con la misma ecuanimidad inquebrantable.

El ascesis, tapas, es el tercer elemento de niyama y abarca prácticas como la de estar de pie o sentado inmoble por un tiempo prolongado; soportar el hambre, la sed, el calor y el frío; el silencio formal; el ayuno. La palabra tapas significa «destello» o «calor» y denota la gran energía psicosomática que se produce a través de la ascesis, energía esa que muchas veces se hace sentir bajo la forma de calor. Los yoguins usan esa energía para calentar la caldera de su cuerpo-mente hasta hacerlo destilar el elixir de la consciencia superior.

Según en Yoga-Sutra, el fruto de ese ascesis es la perfección del cuerpo, lo cual se vuelve tan fuerte y robusto cuanto un diamante. No se debe confundir tapas con auto flagelación perjudicial y con debilísimo suplicio de sí mismo.

El estudio, svadhyaya, es un aspecto significativo del praxis yóguico. La palabra es compuesta de sva («su propio») y adhyaya («entrar en») y denota el acto de penetrar en el sentido oculto de las escrituras sagradas.

El objetivo de svadhyaya no es la comprensión intelectual; es dejarse absorber por la sabiduría de los antiguos. Es la consideración meditativa de las verdades reveladas por videntes y sabios que cruzaron las remotas regiones que la mente no puede alcanzar, y que solamente el corazón es capaz de recibir y dejarse transformar.

Este elemento merece una atención especial, es la devoción al Señor, ishvara-pranidhana. El Señor (ishvara) es uno de los Sí Mismos transcendentes (purusha), los cuales, aunque múltiples son fundidos entre sí. Según la definición de Patanjali, la posición extraordinaria que el Señor ocupa entre los múltiples Sí Mismos se debe al hecho de Él no se sujetar jamás al espejismo de estar privado de su omnisciencia y omnipresencia.

La devoción al Señor es el corazón que se abre para el Ser transcendente, que, para el individuo no-iluminado, es una realidad y una fuerza objetivas, pero que, en acto de la iluminación, es percibido como idéntico al Sí Mismo transcendente del yogui.

El autocontrol en su 5 formas es más que un esfuerzo personal, pues implica el elemento de la gracia. Los yoguis hacen todo lo posible para comprender y transcender los muchos medios por los cuales la personalidad del ego convencional busca perpetuarse.

Pero, en último análisis, el pasaje de la existencia individualizada para la realización extática del Sí Mismo depende de la intervención divina.

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Las normas de diciplina moral (yamas) tienen la finalidad de poner freno al poderoso instinto de supervivencia y canalizarlo para servir a un propósito superior, regulando las interacciones sociales de los yoguis.

La segunda rama del camino óctuplo de Patanjali continua a controlar la energía psicofísica liberada por la práctica regular de la disciplina moral. Los elementos de autocontrol (niyama) dicen respecto a la vida interior de los yoguis. Mientras las 5 reglas de yama sirven para armonizar la relación de uno con los demás seres, las cinco reglas de niyama armonizan la relación de uno con la vida en general y con la Realidad transcendente.

La purificación es una de las principales metáforas de la espiritualidad yogui. El sentido de pureza se distingue de externa e interna. La primera se realiza por medio de duchas y alimentación adecuada, al paso que la segunda es fruto de instrumentos como la concentración y la meditación. En último análisis, la personalidad en su aspecto más elevado, sattva, debe ser tan pura que pueda espejar sin distorsiones la luz del Si Mismo transcendente.

El contentamiento, samtosha, es una virtud exaltada por los sabios del mundo interior. Es una virtud diametralmente opuesta a la moderna mentalidad consumista, la cual es movida por la necesidad de adquirir para rellenar el vacío interior.

El contentamiento es una expresión de la renuncia, el sacrificio voluntario de las cosas que serán inevitablemente arrebatadas en el momento de la muerte. Se conecta de cerca con aquella actitud de indiferencia que hace con que los yoguis encaren con la misma frialdad un terrón de tierra y una pepita de oro. Eso permite que los yoguis deparen con el suceso y el fracaso, el placer y el dolor, con la misma ecuanimidad inquebrantable.

El ascesis, tapas, es el tercer elemento de niyama y abarca prácticas como la de estar de pie o sentado inmoble por un tiempo prolongado; soportar el hambre, la sed, el calor y el frío; el silencio formal; el ayuno. La palabra tapas significa «destello» o «calor» y denota la gran energía psicosomática que se produce a través de la ascesis, energía esa que muchas veces se hace sentir bajo la forma de calor. Los yoguins usan esa energía para calentar la caldera de su cuerpo-mente hasta hacerlo destilar el elixir de la consciencia superior.

Según en Yoga-Sutra, el fruto de ese ascesis es la perfección del cuerpo, lo cual se vuelve tan fuerte y robusto cuanto un diamante. No se debe confundir tapas con auto flagelación perjudicial y con debilísimo suplicio de sí mismo.

El estudio, svadhyaya, es un aspecto significativo del praxis yóguico. La palabra es compuesta de sva («su propio») y adhyaya («entrar en») y denota el acto de penetrar en el sentido oculto de las escrituras sagradas.

El objetivo de svadhyaya no es la comprensión intelectual; es dejarse absorber por la sabiduría de los antiguos. Es la consideración meditativa de las verdades reveladas por videntes y sabios que cruzaron las remotas regiones que la mente no puede alcanzar, y que solamente el corazón es capaz de recibir y dejarse transformar.

Este elemento merece una atención especial, es la devoción al Señor, ishvara-pranidhana. El Señor (ishvara) es uno de los Sí Mismos transcendentes (purusha), los cuales, aunque múltiples son fundidos entre sí. Según la definición de Patanjali, la posición extraordinaria que el Señor ocupa entre los múltiples Sí Mismos se debe al hecho de Él no se sujetar jamás al espejismo de estar privado de su omnisciencia y omnipresencia.

La devoción al Señor es el corazón que se abre para el Ser transcendente, que, para el individuo no-iluminado, es una realidad y una fuerza objetivas, pero que, en acto de la iluminación, es percibido como idéntico al Sí Mismo transcendente del yogui.

El autocontrol en su 5 formas es más que un esfuerzo personal, pues implica el elemento de la gracia. Los yoguis hacen todo lo posible para comprender y transcender los muchos medios por los cuales la personalidad del ego convencional busca perpetuarse.

Pero, en último análisis, el pasaje de la existencia individualizada para la realización extática del Sí Mismo depende de la intervención divina.